La suerte es de los audaces.
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Dadas las circunstancias parecía más prudente dedicarse a acabar la sede y dejar los certámenes para el año que viene. Desde luego, parecía lo más prudente. No obstante, había algunos factores que hacían aconsejable hacerlo este año y que no sabríamos hasta que punto serían reproducibles el año próximo.
El caso es que tal y como estaban las cosas se tomó la decisión de ir solo a Valencia. Nada más, hasta que nos avisaron de que en Cullera todavía había plaza libre.
¿Dos en un año?. Mucha tela parecía, pero el caso es que lo de Valencia solo era posible en ese momento, así que nos apuntamos con algo de miedo a Cullera esperando acontecimientos. Cuando a los pocos días nos confirmaron que también habiamos sido seleccionados para ir al CIBM de Valencia, la cosa se puso fea.
¿Dejamos uno? ¿Con quien quedamos mal? Pues con ninguno, a lo hecho...
Lo que claramente perderiamos por ambos certámenes serían una buena ristra de conciertos que suponían unas pérdidas magras en un año en que hemos tenido que hacer piruetas para llegar a fin de mes y además suponía unos gastos extraordinarios como consecuencia de las dos salidas que a duras penas podíamos cubrir.
Solo en el milagroso caso en que ganáramos algún premio compensariamos los gastos llegando a una situación de equilibrio.
Pero lo peor eran los riesgos. Un màs que probable fracaso en ambos certámenes supondría un grave descalabro para la moral de la banda, quizás la marcha del director, y ¿quien sabe? hasta la de algún directivo.
Supondría un duro golpe para el trabajo de estos años, para la credibilidad de la asociación y para el futuro de la Lira cuando más daño nos podía hacer. Algunas cosas ocurridas en nuestro entorno restaban competencia a corto plazo y quitaban algo de presión, pero...
Ganar era la única alternativa. Demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces. Demostrar a los que nos están ayudando con la obra de la sede que su inversión no es humo, que la Lira tiene un sentido y un vigor como nunca.
Y lo hicimos. Corrimos un riesgo grande, pero el beneficio ha sido mayor.
La suerte es de los audaces...y ahora de los prudentes.
Hay una reflexión en todo esto que es muy importante.
La Lira no ha necesitado de la sede nueva para llegar donde lo ha hecho. No nos confiemos en que por tener un edificio nuevo las cosas van a ir bien. Lo que vale son los principios y las personas, no las instalaciones.
No perdamos de vista el fin real de la asociación: no es tener sede propia ni alquilada, no es captar donativos no es ensayar en un sitio bonito o feo, propio o ajeno. Todo esto, por muy caras, esperadas o ilusionantes que sean no son mas que herramientas.
Nos dedicamos a enseñar música y a interpretarla. Y eso es lo que hemos hecho. Lo demás se nos dará por añadidura.
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